viernes, 8 de julio de 2011

LOS COMIENZOS DE UNA NUEVA OBRA

El Obispo José Caixal, la Me. Janer y
las dos primeras postulantes
Queremos comenzar con este hermoso poema la segunda etapa de la Vida de la Me. Janer. Ellas, las primeras mujeres audaces que se van a la Seu d'Urgell a lomo de mula, por razones de caridad y de servicio, fueron tres: Ana María Janer, Josefa Selva y Concepción Descárrega.



TRES ES EL NUMERO PERFECTO

Tres son las PERSONAS PRIMORDIALES,
los años ocultos del Mesías fueron treinta,
tres los Reyes Magos y la Sacra Familia,
las tentaciones tres y los regalos,
múltiplo de tres los doce apóstoles,
tres en el Tabor y tres en el Calvario,
fueron también tres los años públicos,
tres veces los dejó velando en los olivos
y por otras tres los halló dormidos,
las negaciones tres y las horas de la Cruz,
tres veces Cristo dijo: "¿Tú, me amas?"
Las consultas de los jefes fueron tres,
Pilato vaciló también tres veces,
Treinta monedas fue la tasa para el Hijo
y el velo del templo se rasgó a las tres.
Al tercer día resucitó de entre los muertos.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
 (Juan Antonio Masson)


Todos los comienzos son difíciles, pero la Me. Ana María Janer, encontró desde su primer día en el hospital de la Seu d'Urgell, la acogida y protección de la Junta y de buenos amigos y colaboradores voluntarios.
Inmediatamente se puso al servicio y comenzó a organizar la casa con delicadeza y amabilidad.
A las dos jóvenes postulantes que comenzaban su formación con ella les decía con palabras convincentes y también con su ejemplo:

"En el trato seamos amables con todos, para atraerlos a Cristo y ganarlos para el cielo" amj

Y también: "Cómo se complace Dios Nuestro Señor en las obras de caridad que practicamos en favor de nuestros hermanos"amj



Muy pronto se les unieron varias jóvenes que deseaban ofrecer su vida a Jesús en el servicio de los enfermos... al mes siguiente ya tenían tres nuevas postulantes y al cabo de unos meses, se presentaron otras dos jóvenes decididas a consagrar sus vidas a Dios, para atender a los necesitados. El día de la Inmaculada, iniciaron su postulantado. 
Acabó el célebre año de 1859 con siete postulantes deseosas de ser religiosas y vivir el carisma que presentaba la Me. Ana María Janer.


El reciente Instituto iba creciendo gracias al Espíritu que guiaba los corazones generosos, y gracias a la docilidad de una mujer que se dejó conducir por Dios. 
(cfr. Humanísima pág.139 -140)


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