Ana María Janer en su doble vertiente: creyente y solidaria, hace presente el Amor de Dios contemplado en la oración, a través del servicio de caridad con la novedad del don recibido como carisma, que marcará un nuevo estilo en el trato con las personas a las cuales atiende. Verá en cada rostro humano, reflejado el rostro divino de Jesús y es a Él a quien sirve en la persona de los niños, los enfermos y los ancianos.
Este trato tan peculiar hace que toda su actuación esté marcada por una ley interna que la guía y a la cual es fiel durante toda su vida.
Podía intuir lo que los ancianos necesitaban en cada momento, y a ella recurrían con confianza porque la veían acogedora y maternal. Infundía cariño y respeto en aquellos que se acercaban a ella. Una discreta caridad que la distinguió en el trato siempre amable con todos, procurando con ello ayudarles a encontrar un camino abierto a la esperanza y sobre todo al amor de Dios.
Carmen, una anciana, nos cuenta cómo quieren ser tratados los mayores en las Residencias u Hogares, seguramente la Madre Ana María Janer sabía ser delicada y comprensiva con todos los ancianos que cuidaba.
"Es el modo de hacer presente aquí y ahora el reino de Dios.
Lo específico de nuestra misión consiste en rehacer la comunión humana por el humanismo del amor, revelado en Jesucristo. Buscamos la transformación de la persona y del mundo desde la caridad hecha servicio".
(CEM: documento carisma espiritualidad y misión de hnas. de la sagrada familia de urgell)
La fe se manifiesta en las obras de caridad y servicio. Una fe sin obras no sirve de nada y un amor sin fe a veces se presenta dudoso.
Las personas en la última etapa de sus vidas, necesitan la seguridad y confianza de quienes les cuidan. Y sin lugar a dudas, de un amor generoso que les haga sentir que son útiles e importantes.
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